martes, 18 de diciembre de 2012

LA VANGUARDIA 19-06-1981:



Continuando con la información ofrecida el día anterior en el diario, en este caso encontramos dos artículos más extensos en relación al tema del aceite de colza, ambos también informativos y expositivos. El primero de estos comienza en la página 3 y termina en la siguiente, donde a continuación aparece un artículo informativo que explica con detalle qué es la colza y qué medidas está adoptando el Gobierno para hacer frente al problema.

- Primer artículo: El primer artículo de este día dedicado al caso del aceite de colza adulterado se encuentra enmarcado dentro de un apartado que, con el nombre de “neumonía atípica”, retoma el tema tratado en los días anteriores sin necesidad de más explicaciones. Es decir, que cualquier lector que hojee el periódico sabe con un simple vistazo a dicho titular que la información que va a recibir a continuación continúa con el caso. Otra vez, no se incluyen fotografías.

El día anterior se informaba en el diario de que el Ministerio de Sanidad había abierto una investigación a un almacén de Alcorcón, Madrid, sospechoso de ser el distribuidor principal del cargamento de aceite contaminado en España. Como no podía ser de otra manera, el cuerpo de policía ya estaba implicado en el caso, y según fuentes del Ministerio del Interior, en esos momentos se encontraba buscando a los responsables de la fabricación y venta del aceite adulterado, los propietarios del almacén RAEL de Alcorcón, los hermanos Ramón y Elías Ferrero López. Sin embargo, estos se encontraban fugados de sus domicilios habituales.


 Según las investigaciones, se había descubierto que la mayor parte del aceite adulterado vendido a granel provenía de dicho almacén, que a su vez recibía el aceite habitualmente de Córdoba, Jaén y Andújar. Una vez en Madrid, el producto se distribuía bajo las marcas “Raelsol”, “Raoli” y “Ramoli” y a granel sin marca en el envase.

El artículo cuenta también cómo el Centro Nacional de Alimentación de Majadahonda analizó varias muestras obtenidas en dicho almacén, descubriendo una gran cantidad de productos tóxicos que, combinados, daban como resultado una mezcla letal, que había sido vendida sin escrúpulos a lugares como Valladolid, León, Zamora o Palencia. Dicha mezcla se remataba con aceite de orujo para darle sabor y con colorantes para darle un aspecto normal y así poder venderlo.

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