Continuando con la
información ofrecida el día anterior en el diario, en este caso encontramos dos
artículos más extensos en relación al tema del aceite de colza, ambos también
informativos y expositivos. El primero de estos comienza en la página 3 y
termina en la siguiente, donde a continuación aparece un artículo informativo
que explica con detalle qué es la colza y qué medidas está adoptando el
Gobierno para hacer frente al problema.
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Primer artículo: El primer artículo de este día dedicado
al caso del aceite de colza adulterado se encuentra enmarcado dentro de un
apartado que, con el nombre de “neumonía atípica”, retoma el tema tratado en
los días anteriores sin necesidad de más explicaciones. Es decir, que cualquier
lector que hojee el periódico sabe con un simple vistazo a dicho titular que la
información que va a recibir a continuación continúa con el caso. Otra vez, no se incluyen fotografías.
El día anterior se informaba
en el diario de que el Ministerio de Sanidad había abierto una investigación a
un almacén de Alcorcón, Madrid, sospechoso de ser el distribuidor principal del
cargamento de aceite contaminado en España. Como no podía ser de otra manera,
el cuerpo de policía ya estaba implicado en el caso, y según fuentes del
Ministerio del Interior, en esos momentos se encontraba buscando a los
responsables de la fabricación y venta del aceite adulterado, los propietarios
del almacén RAEL de Alcorcón, los hermanos Ramón y Elías Ferrero López. Sin
embargo, estos se encontraban fugados de sus domicilios habituales.
Según las investigaciones, se había descubierto que la mayor parte del aceite adulterado vendido a granel provenía de dicho almacén, que a su vez recibía el aceite habitualmente de Córdoba, Jaén y Andújar. Una vez en Madrid, el producto se distribuía bajo las marcas “Raelsol”, “Raoli” y “Ramoli” y a granel sin marca en el envase.
Según las investigaciones, se había descubierto que la mayor parte del aceite adulterado vendido a granel provenía de dicho almacén, que a su vez recibía el aceite habitualmente de Córdoba, Jaén y Andújar. Una vez en Madrid, el producto se distribuía bajo las marcas “Raelsol”, “Raoli” y “Ramoli” y a granel sin marca en el envase.
El artículo cuenta también
cómo el Centro Nacional de Alimentación de Majadahonda analizó varias muestras
obtenidas en dicho almacén, descubriendo una gran cantidad de productos tóxicos
que, combinados, daban como resultado una mezcla letal, que había sido vendida
sin escrúpulos a lugares como Valladolid, León, Zamora o Palencia. Dicha mezcla
se remataba con aceite de orujo para darle sabor y con colorantes para darle un
aspecto normal y así poder venderlo.


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