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Segundo artículo: En este número de La Vanguardia da
comienzo una serie de artículos en forma de crónica que se encuentran
enumerados como si de los capítulos de un libro se trataran. Escritos por
Mariano Guindal, en total son cuatro los textos que vamos a encontrar sobre el
tema, el primero de los cuales, de gran extensión, aparece en este número. Los
otros tres los veremos después en los diarios de los días 27, 28 y 30 de junio,
respectivamente. Con el antetítulo “el aceite tóxico (I)” y el título “un
atípico comportamiento de sanidad”, el artículo realiza un repaso exhaustivo al
caso de la mal llamada “neumonía atípica”, desde su aparición con la primera
víctima mortal (el niño de Torrejón) hasta sus últimas consecuencias, poniendo
en evidencia la fragilidad e ineficacia del sistema sanitario del país, como
indican tanto el subtítulo como la entradilla, en negrita como siempre.
El texto comienza
comentando las crecientes acusaciones que surgían día a día desde todas
direcciones contra el Gobierno por su atípico proceder (haciendo referencia con
sorna a la denominación de la neumonía) en el caso, desde la manera de llevar a
cabo la investigación hasta la manera de actuar contra los culpables de la
venta del aceite. Con el ladillo “empezó en uno de mayo”, Guindal recuerda cómo
ese día, mientras diversas manifestaciones ilegales propuestas por la extrema
derecha pedían la amnistía para los implicados en el pasado golpe de Estado del
23 de febrero, el niño Jaime Vaquero caía gravemente enfermo y moría camino del
hospital aquejado de unos extraños síntomas que en los días siguientes
afectaron también a sus familiares. Los médicos, extrañados, abrieron una
investigación al mismo tiempo que el Ministerio de Sanidad decidía guardar
silencio al respecto para no alarmar a la población.
Un segundo ladillo
titulado “investigaciones” da cuenta del procedimiento que se siguió para
contener la “epidemia” cuando los afectados comenzaron a aumentar notablemente
en número. Sanidad estableció una secretaría permanente dirigida por el doctor
Luis Valenciano para informar y coordinar las investigaciones, y aseguró que no
existía peligro para la población. El 11 de mayo se empezó a hablar de neumonía
atípica, y unas semanas después se descubre que la causa es el aceite tóxico.
Aún así, las autoridades sanitarias siguen administrando los mismos
antibióticos y continúan así un mes más.
El tercer ladillo,
“S.O.S. de Sanidad”, precede a la parte del artículo en la que se cuenta cómo
la enfermedad fue extendiéndose hasta causar revuelo en los medios de
comunicación, provocando una alarma social que hizo que al Ministerio de
Sanidad no le quedara más remedio que lanzar un mensaje de socorro. Las
autoridades comenzaron entonces una encuesta epidemiológica, pero no tuvieron
en cuenta los hábitos alimenticios de los afectados.
“Polémica” reza el
cuarto ladillo, y es que el 14 de mayo se determinó casi con total seguridad
que el responsable de la neumonía era el “mycoplasma neumoniae”, lo cual causó
grandes divergencias de opiniones entre el cuerpo médico y lo dividió en dos:
Por un lado, estaba el grupo de investigadores partidario de analizar loa
alimentos, el agua y el medio ambiente del foco de la epidemia, en Torrejón de
Ardoz, y por otro, el grupo en el que se encuadraba el Ministerio de Sanidad,
que desechaba la hipótesis anterior y se centraba en estudiar las muestras
obtenidas de los afectados.
Por último, encontramos
un ladillo titulado “doctor Muro, el disidente”, ya que el propio director del
Hospital Nacional de Enfermedades Infecciosas, el doctor Antonio Muro Fernández
Cavada, se desligó de la hipótesis oficial del Ministerio de Sanidad,
asegurando que el problema se encontraba en los alimentos, y no en el
“mycoplasma neumoniae”. Para demostrarlo, él y su hijo se lo inyectaron y no
enfermaron, pero aún así Sanidad le cesó alegando que debido a la presión de
las circunstancias, el doctor no se hallaba en condiciones de seguir dirigiendo
el centro.
Como viene siendo habitual, todas las declaraciones del artículo aparecen remarcadas en negrita y no hay fotos que lo complementen.

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