martes, 18 de diciembre de 2012

LA VANGUARDIA 26-06-1981 (SEGUNDO ARTÍCULO):

- Segundo artículo: En este número de La Vanguardia da comienzo una serie de artículos en forma de crónica que se encuentran enumerados como si de los capítulos de un libro se trataran. Escritos por Mariano Guindal, en total son cuatro los textos que vamos a encontrar sobre el tema, el primero de los cuales, de gran extensión, aparece en este número. Los otros tres los veremos después en los diarios de los días 27, 28 y 30 de junio, respectivamente. Con el antetítulo “el aceite tóxico (I)” y el título “un atípico comportamiento de sanidad”, el artículo realiza un repaso exhaustivo al caso de la mal llamada “neumonía atípica”, desde su aparición con la primera víctima mortal (el niño de Torrejón) hasta sus últimas consecuencias, poniendo en evidencia la fragilidad e ineficacia del sistema sanitario del país, como indican tanto el subtítulo como la entradilla, en negrita como siempre.

El texto comienza comentando las crecientes acusaciones que surgían día a día desde todas direcciones contra el Gobierno por su atípico proceder (haciendo referencia con sorna a la denominación de la neumonía) en el caso, desde la manera de llevar a cabo la investigación hasta la manera de actuar contra los culpables de la venta del aceite. Con el ladillo “empezó en uno de mayo”, Guindal recuerda cómo ese día, mientras diversas manifestaciones ilegales propuestas por la extrema derecha pedían la amnistía para los implicados en el pasado golpe de Estado del 23 de febrero, el niño Jaime Vaquero caía gravemente enfermo y moría camino del hospital aquejado de unos extraños síntomas que en los días siguientes afectaron también a sus familiares. Los médicos, extrañados, abrieron una investigación al mismo tiempo que el Ministerio de Sanidad decidía guardar silencio al respecto para no alarmar a la población.

Un segundo ladillo titulado “investigaciones” da cuenta del procedimiento que se siguió para contener la “epidemia” cuando los afectados comenzaron a aumentar notablemente en número. Sanidad estableció una secretaría permanente dirigida por el doctor Luis Valenciano para informar y coordinar las investigaciones, y aseguró que no existía peligro para la población. El 11 de mayo se empezó a hablar de neumonía atípica, y unas semanas después se descubre que la causa es el aceite tóxico. Aún así, las autoridades sanitarias siguen administrando los mismos antibióticos y continúan así un mes más.

El tercer ladillo, “S.O.S. de Sanidad”, precede a la parte del artículo en la que se cuenta cómo la enfermedad fue extendiéndose hasta causar revuelo en los medios de comunicación, provocando una alarma social que hizo que al Ministerio de Sanidad no le quedara más remedio que lanzar un mensaje de socorro. Las autoridades comenzaron entonces una encuesta epidemiológica, pero no tuvieron en cuenta los hábitos alimenticios de los afectados.

“Polémica” reza el cuarto ladillo, y es que el 14 de mayo se determinó casi con total seguridad que el responsable de la neumonía era el “mycoplasma neumoniae”, lo cual causó grandes divergencias de opiniones entre el cuerpo médico y lo dividió en dos: Por un lado, estaba el grupo de investigadores partidario de analizar loa alimentos, el agua y el medio ambiente del foco de la epidemia, en Torrejón de Ardoz, y por otro, el grupo en el que se encuadraba el Ministerio de Sanidad, que desechaba la hipótesis anterior y se centraba en estudiar las muestras obtenidas de los afectados.

Por último, encontramos un ladillo titulado “doctor Muro, el disidente”, ya que el propio director del Hospital Nacional de Enfermedades Infecciosas, el doctor Antonio Muro Fernández Cavada, se desligó de la hipótesis oficial del Ministerio de Sanidad, asegurando que el problema se encontraba en los alimentos, y no en el “mycoplasma neumoniae”. Para demostrarlo, él y su hijo se lo inyectaron y no enfermaron, pero aún así Sanidad le cesó alegando que debido a la presión de las circunstancias, el doctor no se hallaba en condiciones de seguir dirigiendo el centro.

Como viene siendo habitual, todas las declaraciones del artículo aparecen remarcadas en negrita y no hay fotos que lo complementen.

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