martes, 18 de diciembre de 2012

LA VANGUARDIA 28-06-1981:

- Primer artículo: De nuevo nos encontramos con un gran artículo de extensión similar al anterior, firmado de nuevo por Mariano Guindal, periodista económico, y situado esta vez en la página 15. Retomando el antetítulo del anterior, éste añade un III al final, y aunque cuenta con un nuevo titular (“una larga noche de análisis”), continúa con la temática del último texto analizado para seguir comentando algunos de los errores que se cometieron a la hora de atajar la crisis del aceite contaminado.

En la entradilla se nos indica que la información proviene de nuevo de la agencia Colpisa y cuenta cómo, mientras las autoridades sanitarias permanecían aparentemente tranquilas ante el supuesto brote epidémico, el número de fallecidos e ingresados seguía aumentando, el Gobierno conseguía ayuda médica de Estados Unidos y el secretario de Estado para el Turismo continuaba haciendo campaña para mantener el flujo de turistas a nuestro país.

El artículo comienza con los peculiares casos de un doctor de Cercedilla, que opinaba que el remedio para la enfermedad estaba en el alcanfor, y de un virólogo chino que ofrecía su ayuda para acabar con la plaga. Ajeno a estos asuntos, en el Hospital del Niño Jesús, el doctor Tabuenca Oliver daba con la clave del asunto y llegaba a la conclusión de que el agente responsable de la denominada “neumonía atípica” no era otro que el aceite a granel, ya que la enfermedad se daba también en bebés, cuando eso no había sucedido nunca.

A continuación, el ladillo “resistencia oficial” nos da una idea de lo que ocurrió después, y es que cuando Oliver envió sus resultados al Ministerio de Sanidad, las autoridades mantuvieron un silencio total al respecto. Cuando el 6 de junio las cifras de muertos y enfermos llegaron a su cota más alta, el doctor Oliver decidió tomar cartas en el asunto y advirtió a las autoridades que si ellos no daban la voz de alarma, lo haría el propio Hospital del Niño Jesús. Tras unos días, el 10 de junio el Ministerio de Sanidad hizo pública una nota un tanto ambigua sobre el aceite adulterado, y más tarde ese mismo día encargó al Centro Nacional de Alimentación y Nutrición de Majadahonda, dirigido por el doctor Borregón, que analizara dicho aceite.

Un nuevo ladillo, “termina el puzle”, nos conduce a la parte final del relato, en la que se cuenta cómo a lo largo de una semana, en el Centro de Majadahonda se trabajó sin descanso hasta dar con la clave de todo el día 17 de junio: El causante de la crisis había sido el aceite de colza. A partir de aquí se suceden las pruebas y procedimientos que hemos ido viendo a lo largo de los artículos anteriores de La Vanguardia desde el día 18, hasta que el 24 de junio se logra la identificación de todos los componentes de la mezcla de aceite tóxico.

La última parte del artículo viene precedida por el ladillo “secuelas”, y en ella se nos cuentan los experimentos llevados a cabo en ratas para determinar la peligrosidad del aceite corrupto. Los resultados no dejaron lugar a dudas, ya que todas las ratas infectadas sufrieron los mismos daños en el sistema nervioso y en otras regiones del cuerpo que los enfermos tratados. Borregón llega a decir que el aceite podría causar otras lesiones irreversibles cuyos efectos se desconocían en aquel momento, además de provocar fuertes alergias a los enfermos afectados e incluso, con el paso del tiempo, cáncer.

Al igual que en todos los casos anteriores, todas las declaraciones recogidas en este artículo vienen señaladas en negrita, pero sigue sin haber fotografías.

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